domingo, 3 de julio de 2011

CONCHI Y LA DEFENSA PERSONAL

Ya os he hablado de Conchi, la tremenda neurótica de mi cupo. En una ocasión vino a mi consulta llorando, porque la semana anterior su marido le había dado un guantazo.

Os diré que Conchi se había casado, ya mayor (con más de 40 años), con un sujeto que había conocido en "Terapia de Grupo", y que como podéis suponer tampoco estaba muy equilibrado. No era mala persona, pero Conchi le debía sacar de quicio y cuando se peleaban acababa dándole un mamporro a su esposa.

Por supuesto a mi paciente la convencí de que nadie tiene derecho de agredir a nadie, y que la próxima vez no se dejara pegar, que se defendiera y que lo denunciara.

Y, mira por dónde, en la siguiente trifulca, lo primero que pilló Conchi fue un paraguas que enarboló como una espada dando paraguazos al aire, pero su marido lo agarró en una de las embestidas, y se lo caló a Conchi en el cogote como quien cala una boina.

Volvió a la consulta a contármelo y al imaginarme la escena me dió un ataque de risa que enseguida contagió a la paciente, y las dos:
_ "ja,ja,ja"....."ja,ja,ja".
_Conchi, tu vida es un guión genial para una película de Almodóvar, le dije entre carcajada y carcajada.

Sorprendentemente, la paciente nunca fue a urgencias para denunciar los golpes de su marido, probablemente, porque yo creo que Conchi aunque no lo reconociera, también le arreaba a su pareja, si no con la mano, sí con la palabra, que por cierto lanzaba con toda precisión al corazón del adversario.

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