sábado, 6 de agosto de 2011

MALA SUERTE / BUENA SUERTE

Según pasan los años y vas atendiendo a diferentes pacientes, de diferentes lugares, en diferentes momentos de sus vidas, te das cuenta de algo que ya sabemos: la suerte influye mucho en la vida.

Hay personas que se buscan sus propias enfermedades por sus malos hábitos o su forma de vida, pero hay otras que parecen estar marcadas por un halo de fatalismo o por su mala herencia genética o por ambos, pero el caso es que les ocurren toda clase de desgracias totalmente inmerecidas; desde luego hay gente que tiene muy mala suerte.

Algunos no tienen suerte ni cuando deciden poner fin a sus días por enfermedades, reveses económicos, sentimentales, o porque la vida en su conjunto se les hace demasiado cuesta arriba.

Recuerdo dos casos de intento fallido de autolisis, pero no me refiero a esos casos en los que la gente sólo quiere llamar la atención con ese acto, sino de los que tuvieron la decisión firme de quitarse la vida.Tuve una paciente que sufría mucho con su enfermedad mental y un día a primera hora de la mañana se tiró desde un sexto piso cayendo en el techo de un coche que estaba aparcado al lado de la acera, sólo se rompió la pelvis pero casi mata al conductor que acababa de meterse en el vehículo para ir al trabajo. Siendo yo residente llegó al hospital un hombre que se había disparado con una escopeta, pero no calculó bien y el tiro le arrancó toda la cara aunque no murió.

Por el contrario, en una ocasión atendí a un paciente que acudió a urgencias por dolor de estómago que no cedía con ningún tratamiento por lo que fue ingresado; al preguntarle por sus padecimientos anteriores me aseguró que nunca le había ocurrido nada excepto que en la guerra fue fusilado; ¿cómo?, ¿fue fusilado y no murió?. Según me contó, el pelotón de fusilamiento apuntó a un grupo de hombres y cuando le dieron la orden de ¡fuego!, una décima de segundo antes del disparo, se tiró a la zanja que previamente habían cavado y tuvo la suerte de que cuando fueron a rematarlos, la pierna de alguno que ya había muerto le cubrió la cabeza, por lo que el tiro de gracia sólo le hizo un rasguño; sus verdugos no se molestaron ni en cubrirlos con tierra; esperó varias horas para salir de allí y posteriormente huyó.

Quizás por buena o mala suerte, Dios, la casualidad, la pierna de alguien, el error en el disparo, el Destino...siguieron viviendo, lo que sí es cierto, es que aún no había llegado su hora.

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