jueves, 27 de febrero de 2020

ÉRASE UNA VEZ UN VIRUS CON CORONA

     El coronavirus, como la misma palabra lo indica, es un virus con unas curiosas protuberancias en su superficie que remedan una corona (de ahí su nombre) y que tiene muchísima mala leche.

     Este rey de los virus vivía en el reino de los animales hasta que se decidió a invadir el reino de los humanos. Esta brillante idea se le ocurrió en China donde animales y hombres están juntos y revueltos, de hecho unos años antes, antepasados suyos habían hecho la misma fechoría en ese mismo lugar y en Oriente Medio. Los coronavirus cuando atacan a los humanos lo hacen con saña, invaden rápidamente sus territorios y provocan numerosísimas bajas sobre todo entre los más débiles a los que asfixia provocandoles una neumonía grave.

     El rey de los coronavirus campaba a sus anchas por todo el planeta ya que los humanos no paran de viajar de un país a otro como pollos sin cabeza. Ellos se defienden con protocolos que no sirven  más que para aislar a los " sospechosos" de haber sido atacados (sólo les falta una pegatina en la frente que ponga "ojo con éste); estos individuos son hospitalizados con urgencia extrema y hurgados en sus interioridades para descubrir al enemigo y acabar con él.

     En mi ciudad, en una noche fría y en un bar, una mujer se puso a vomitar con cefalea y malestar general y aunque no había estado en territorios invadidos por el dichoso virus, sus ojos rasgados y su procedencia de China fueron el detonante de que alguien llamase a urgencias y se activase el protocolo: ambulancia, personal con trajes tipo astronauta, mascarillas, guantes... La mujer se fue a su casa y allí fue la unidad móvil a buscarla. Se la llevaron al hospital sin que la buena señora pudiese decir esta boca es mía, aunque más que intentar hablar solo farfullaba. Al final resultó que tenía una cogorza como un piano de cola.

      Un consejo a los orientales : pelo teñido de rubio y gafas oscuras.

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